Hace casi tres años que no pasamos por la bonita Sighisoara, la ciudad con el centro histórico habitado más importante de Rumania. Aprovechando que nuestro trayecto nos trae por estos derroteros, qué mejor plan que dedicarle unas horas para callejear por esta imponente ciudad medieval.

Ya hemos hablado sobre Sighisoara en un artículo anterior, que se encuentra aquí. En esta ocasión aprovechamos para hacer una serie de comentarios e impresiones que nos dejó este nuevo paso por la ciudad.

La Torre del Reloj sigue imponiendo con su presencia, tan espectacular como siempre. Como van a dar las campanadas, esperamos unos minutos para ver el mecanismo del reloj en acción, pero nos llevamos una pequeña decepción: una tendera nos dice que el mecanismo no funciona, y las figuras ya no bailan al ritmo de las campanadas.

Observamos que los trabajos de rehabilitación de la iglesia luterana ya casi han concluido, ya debe de quedar poco para que se pueda visitar de nuevo.

La Plaza de la Ciudadela sigue tan bonita como siempre, con sus terrazas y las casitas de colores en una parte, y con sus arcos por el otro.

Lo mismo sucede con el pasadizo de las escaleras cubiertas, construido en el año 1642 para que los alumnos pudieran acceder más facilmente a la escuela situada en la cima de la colina.

Y seguimos admirando las vistas desde lo alto de la ciudadela sobre el resto de la ciudad.

Creo que siempre regresaremos con gusto a Sighisoara, un encanto de ciudad.