El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

La novela narra la historia de Aleksy, un afamado y desequilibrado artista plástico a quien su psiquiatra le recomienda escribir sobre el último verano que pasó con su madre antes de que ella muriera por enfermedad, para solucionar un persistente bloqueo creativo.

Tatiana Țîbuleac
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
Editorial Impedimenta, 256 páginas
Trad. Marian Ochoa de Eribe
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Puntuación: 5 de 5.

SINOPSIS

Plena de emoción y crudeza, Tatiana Ţîbuleac muestra una intensísima fuerza narrativa en este brutal testimonio que conjuga el resentimiento, la impotencia y la fragilidad de las relaciones maternofiliales. Una poderosa novela que entrelaza la vida y la muerte en una apelación al amor y al perdón. Uno de los grandes descubrimientos de la literatura europea actual.

Aleksy aún recuerda el último verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces, pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar a la madre que lo rechazó? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está consumiendo? Este es el relato de un verano de reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas, espoleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces entre sí y consigo mismos.

RESEÑA

Leo en la carátula que El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es la historia del reencuentro entre una madre y un hijo. Me preparo para lo peor: una novela cursi, sosa, sobre lo bonito que es el amor maternofilial. Me pongo un objetivo fácil para forzarme a empezar el libro: si las primeras 20 páginas no me gustan, lo dejo.

Leo dos páginas y ya sé que el libro me va a gustar y que lo voy a leer hasta el final. De paso, igual se convierte en uno de mis libros preferidos de los últimos tiempos, siempre que la autora consiga mantener el nivel de las primeras páginas, que son un auténtico puñetazo en el estómago.

El libro empieza con la madre recogiendo a su hijo de un centro psiquiátrico para llevárselo a una casa alquilada junto a la playa. Van a pasar el verano juntos. El odio y rencor que el hijo siente a la madre, a la que culpabiliza por su separación del padre, por la muerte de su hermana y por su internamiento en el centro psiquiátrico se van transformando poco a poco en un afecto y un acercamiento tácito entre los dos, marcado por la enfermedad de la madre y la mayor dependencia y necesidad que tienen el uno del otro. El rencor del hijo hacia la madre, que se había convertido en su principal motivo vital, se tiene que transformar en algo nuevo, ya que la persona que Aleksy odiaba con todo su ser no es aquella con la que ha compartido un último verano.

FRAGMENTO

Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento. Junto a mí, silenciosos y asustados, desfilaban los padres. Un triste hatajo de perlas falsas y corbatas baratas, venido a recoger a sus hijos defectuosos, escondidos de los ojos de la gente. Al menos ellos se habían tomado la molestia de subir. A mi madre yo le importaba un pimiento, al igual que el hecho de que hubiera conseguido terminar unos estudios.
Dejé que sufriera casi una hora; observé que al principio se mostraba irritada, caminaba arriba y abajo a lo largo de la valla, luego se quedó inmóvil, a punto de echarse a llorar, como alguien con quien se hubiera cometido una injusticia. Tampoco entonces bajé. Pegué la cara al cristal y permanecí así, contemplándola, hasta que salieron todos los chicos: incluso Mars, con su silla de ruedas, incluso los huérfanos, a los que tras la puerta esperaban las drogas y los hospicios.
Jim, mi mejor amigo, me saludó con la mano y gritó que no me suicidara en verano. Estaba con sus padres, que lo habrían vendido por sus órganos en un abrir y cerrar de ojos si no les hubieran importado los comentarios de la gente. La madre de Jim, guapa y nacarada, lanzó una larga carcajada con la barbilla levantada y el pelo arreglado en tres capas. Rieron también nuestra tutora psicótica y el profe de Matemáticas, y la directora… La única persona normal de la escuela. De hecho, nos echamos a reír todos, porque había sido un chiste muy bueno. No era necesario fingir cuando estábamos solo nosotros».

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

SOBRE LA AUTORA

Tatiana Țîbuleac nació en 1978 en Chisinau, Moldavia. Hija única de un periodista y una correctora, ya durante la carrera de Periodismo empezó a colaborar con medios en calidad de traductora, correctora y reportera. Se dio a conocer en 1995, cuando empezó la columna «Historias verdaderas» en el periódico flux y en 1999 empezó a trabajar en televisión, donde consolidó su papel dentro del periodismo de corte social. Su primer libro de relatos, Fábulas modernas, se publicó en 2014, pero ha sido El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, su primera novela, la que ha supuesto su consolidación como una de las nuevas promesas de la narrativa europea. En 2018 publicó su segunda novela, Jardín de cristal, que se alzó con el Premio de Literatura de la Unión Europea, y se publicará en lengua española en el 2021. Actualmente vive en Francia, país donde reside desde hace años en ese anonimato que es «el regalo más hermoso para escribir».

Fuente: europalia.eu

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